May 16, 2019

profile-card

3 min read

Días malos y cómo sobrellevarlos

Permíteme empezar diciéndote que me encanta mi trabajo. En verdad me encanta. Pero como au pair existe cierta presión con respecto a ser perfecto: despertar feliz, cambiar pañales con alegría y ser un rayo gigante de sol en todo momento. Algunos días no serán color de rosa, habrá lágrimas y berrinches y sentirás tu cabeza a punto de explotar.

¡No temas, amiga(o)! He preparado un plan infalible para sobrevivir a esos días malos…

1. Averigua cuál es la causa

Conoces a tus niños anfitriones, por lo tanto, sabes cuando algo anda mal. Por lo general, ellos actúan de determinada forma cuando algo malo les está sucediendo. Yo descubrí durante mi tiempo aquí que la mayoría de las veces los niños se comportan mal porque tienen hambre. ¡Sencillamente están hambrientos! ¿Quién hubiera pensado que un sándwich de nutella resolvería todos nuestros problemas? Busca una razón racional antes de tomar cualquier decisión para disciplinarlos, y no olvides preguntarles qué es lo que les pasa: > Hambrientos > Cansados > Frustrados > Fastidiosos > Enfermos > Búsqueda de atención Habla con tus niños anfitriones, encuentra la raíz de ese mal comportamiento y trabaja en ella. A veces sólo se trata de darles unos minutos para que cambien su actitud.

2. Trabaja en la causa

Ahora que sabes por qué tu niña o niño anfitrión se porta mal es hora de solucionarlo. Cuido a una niña de 11, a uno de 6 y a otro de 1 año, ¡y lidiar con el estado de ánimo de cada uno puede ser todo un reto! Si la niña de 11 está cansada, obviamente no puedes arroparla, mecerla y cantarle una canción de cuna para que duerma. ¿Qué hacer entonces?

  • Haz que se siente y ayúdala con la tarea. Eso facilitará el proceso.

  • Déjala tener un descanso para que recargue sus energías antes de comenzar con las siguientes actividades

  • Léele un libro

  • Hazle saber que entiendes; hazla sentir que no peleas con ella

Ahora, si mi niño de 6 tiene hambre, es el fin del mundo. Casi que hay que llamar a emergencias y, al ejército, pues si no le doy comida en dos segundos, puede estallar una guerra. No existe otra solución que no sea alimentarlo, y además hacerlo rápido. A veces los niños sólo quieren atención, y esa es una de las cosas con las que tuve que lidiar. ¡Tiendo a olvidar que en realidad son niños y no los mini-adultos que me hacen creer que son!

A los niños más grandes les encanta pasar tiempo de calidad juntos, compartir un juego de mesa, tomar un helado o incluso que les preguntes por su día. Te sorprenderá el poder de brindarles un poco de atención personalizada: es increíble cómo interesarse por algo que les gusta y hacerles saber que son importantes para ti puede cambiar completamente su estado de ánimo. Al bebé le encantan los TLC, un abrazo, una canción o que le lea un cuento. Él no puede decirme lo que quiere ni comunicarse conmigo, por lo que un buen momento de juego o un abrazo a la antigua puede cambiar su estado de ánimo instantáneamente.

3. ¿Necesitas un descanso**?**

A veces, tus maravillosamente bien educados niños anfitriones pueden llevarte al límite. En ese punto necesitas decidir si eres tú la que necesita un descanso. Aquí tienes la fórmula para tomarte un tiempo de descanso

- Organiza una actividad para los niños: leer un libro, hacer la tarea o jugar. - Hierve agua. - Sírvete una taza de té. - RESPIRA.

Todos tenemos días malos, lo importante es saberlos manejar, y la mejor forma de evitar el estrés es estar preparado lo que nos lleva al cuarto paso.

4. Si no estás preparado, fallar será inevitable…

Prepara tu día. Ten en cuenta que pedirles a tus niños anfitriones que se pongan los zapatos les toma en realidad 15 minutos. Prepara los almuerzos la noche anterior para poder estar detrás de ellos durante esos 15 minutos. Organiza el horario para que salgan con tiempo y evitar retrasos. Observa atentamente a tus niños durante unos días para que puedas descubrir qué es lo que los irrita y qué es lo que los hace poner de mal humor. Una vez que conozcas las señales podrás actuar a tiempo.

Los niños son niños y por lo tanto habrá lágrimas, berrinches y comentarios poco agradables. Lo más importante es recordar que los días buenos son muchos más que los malos. Cuando mires hacía atrás y recuerdes tu año en Estados Unidos, no recordarás los días malos,  solo recordarás el increíble vínculo que construiste con tu nueva familia, amigos y país.